miércoles, 8 de abril de 2009

¿A quien pertenece la escultura?



¿Al escultor o al dueño del marmol?
Esta es la primera pregunta que hube de responder cuando inicié mis estudios de derecho; fue la primera pregunta de mi primer examen de derecho romano y debe de ser por eso que no la he olvidado casi treinta años después.
Para quien desee mayores precisiones debo indicar que la pregunta se efectúa en un contexto donde ambos implicados -el dueño del mármol y el escultor- actúan de buena fe; es decir, que el escultor no esculpe a sabiendas de que el mármol no es suyo y que el dueño del mármol no deja esculpir de mala fe al escultor.
Desde entonces he hecho esta pregunta, como pasatiempo, a muchos amigos ajenos a los estudios de derecho y me he deleitado escuchando las razones que daba cada uno en apoyo de sus opiniones; en realidad casi cualquier respuesta es válida, más que el resultado interesan los argumentos.
En Roma la diversidad de opiniones sobre esta cuestión se manifestaba de forma clara en las pugnas que sabinianos y proculeyanos (dos escuelas jurídicas) mantenían al respecto. Los sabinianos defendían que el dueño del mármol debía ser el dueño de la escultura (indemnizando al escultor por su trabajo) mientras que los proculeyanos sostenían que el escultor debería ser considerado el dueño de la escultura indemnizando al dueño del mármol por el material empleado.Siempre preferí a los proculeyanos.
La escultura es una cosa diferente del bloque de mármol y, al igual que el dueño de una cosa no puede reivindicarla cuando ha sido destruída (sólo podrá recibir la indemnización), el dueño del mármol no puede reivindicar su bloque (pues ya no existe) y lo que hay es una nueva realidad: una escultura.

Lo que me interesa es el proceso se oculta bajo la cuestión.Siempre me ha resultado curioso el proceso por el cual una persona, dando forma a una materia, es decir “informándola”, crea una especie distinta. Esta comunicación de información a la materia hace que aparezca una nueva especie y esta aparición de una nueva especie merced a la mezcla de materia e información subraya la importancia que tiene esta para el derecho, incluso en épocas remotas y muy alejadas de nuestra actual sociedad de la información.Siempre me ha parecido también que, en general, estos aspectos informacionales han constituido un factor perturbador para el derecho privado, el cual no ha sabido siempre regularlos debidamente y prueba de ello es la variedad de las distintas soluciones que se han dado a esta misma cuestión: Considerar la información accesoria de la materia, considerar a la materia accesoria de la información o incluso atenerse en exclusiva al valor de una y de otra.Creo que puedo afirmar sin temor a equivocarme que las trasferencias informativas están presentes en todas las trasmisiones humanas aunque, sólo en el caso de que dichas trasmisiones de información sean manifiestamente valiosas, parecen haber preocupado al derecho.
Jose Muelas

Me parecio un interesante texto para pensar...si no hubiera sido yo, que hubiera respondido?....Por lo pronto la escultura de la foto; "Inocencia", es la ultima que hice, y es mia......o del que me vendio la madera?

2 comentarios:

  1. Miguel Ángel (creo) sostenía que lo que él hacía no era dar forma al mármol, sino "liberar" a la pieza que estaba dentro del mismo. Es decir, la escultura que veíamos a posteriori se encontraba ya de por sí en el material de la escultura.
    Siguiendo ese razonamiento, entonces la escultura.. ¿tiene vida propia? Si así fuere, no pertenece a nadie, sino que también es un ente susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones.
    Flash.
    Besos Marian!!

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  2. Yo ahora estoy escuchando...Piazzolla!

    Es tuya, Marian, en efecto.

    De quién es la tragedia griega de Sófocles: ¿de éste o del que fabricaba el papiro?

    Por lo pronto, me limito a responder: de Sófocles, o al menos así yo lo pienso.
    Tengo toda una explicación, pero la enferma de mi hna. me despertó temprano no sé aún para qué.

    Bacio.

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